Entonces, en estas circunstancias, ¿cuál es mi recompensa? Mi recompensa es la satisfacción de predicar el evangelio sin serle una carga económica a nadie, sin demandar mis derechos. (1Co.9:18) NBV
El hecho de que como líderes cristianos recibamos un día la recompensa por un servicio fiel, debería ser el motivo suficiente para cumplir este deber con excelencia.
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