¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? ¿Por qué te niegas a ayudarme y ni siquiera escuchas mis gemidos? Cada día clamo a ti, mi Dios, pero tú no me respondes; clamo de noche pero no hallo reposo. (Sal.22:1-2) NBV
A todos, tarde o temprano, nos tocará experimentar una crisis espiritual tan fuerte que va a hacer temblar los cimientos de nuestra fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario