Los dos se dijeron: «¿No es verdad que, cuando él nos hablaba en el camino y nos explicaba la Biblia, sentíamos como que un fuego ardía en nuestros corazones?» (Lc.24:32) TLA
Ardía, el corazón de aquellos o por el fuego de las palabras de Jesús, por las que se sostenían tantas verdades, o bien porque mientras Él explicaba las Escrituras tocaba interiormente el corazón de los que le escuchaban, haciéndoles comprender que era el Señor quien hablaba.
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