La tristeza que Dios busca es la que produce un cambio de corazón y de vida. Ese cambio lleva a la salvación y por ello no hay que lamentarse. En cambio, la tristeza del mundo lleva a la muerte. (2Co.7:10) PDT
La tristeza del mundo produce remordimiento, culpabilidad, vergüenza, desesperación, depresión, lastima por uno mismo y te conducen a la muerte eterna.
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