Por eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo. (1Co.10:12)TLA
La solución sencilla al problema del orgullo, de confiar de nuestras propias fuerzas, es depender del Señor siempre.
La solución sencilla al problema del orgullo, de confiar de nuestras propias fuerzas, es depender del Señor siempre.
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