Un año después, el rey caminaba por la terraza de su palacio de Babilonia y dijo: «¡Miren qué grande es Babilonia! Yo construí esta ciudad con mi poder. ¡La he hecho capital de mi reino para mostrar lo grande que soy!» El rey no había terminado de hablar, cuando se oyó una voz desde el cielo diciendo: «¡Escucha lo que te va a suceder rey Nabucodonosor! Ya no tienes ningún poder sobre tu reino. (Dan.4:29-31) PDT
El orgullo quizás sea una de las tentaciones más peligrosas; no dejes que tus triunfos te hagan olvidarte de Dios.
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