Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; (Hch.2:1-2)
Donde hay unanimidad, el Espíritu Santo se manifiesta con poder.
Donde hay unanimidad, el Espíritu Santo se manifiesta con poder.
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