Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. (Is.60:1)
Muchas veces nos esforzamos para “brillar” en ciertos lugares, intentando mostrar que somos merecedores de aplausos y felicitaciones. Es un brillo falso, pasajero, engañador. El brillo de Cristo es natural, contagiante, transformador.
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