Patrick Zaldívar

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jueves, 9 de abril de 2015

Mucha Bulla

Entonces el Señor le dijo: Sal de tu cueva y espérame en el monte, delante de mí. Elías pudo sentir que el Señor estaba pasando, porque se desató un viento poderoso que a su paso desgajaba los montes y partía las rocas. Pero el Señor no estaba en el huracán. Tras el viento vino un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego. Pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Luego vino un silbo apacible y delicado (1Re.19:11-12)RVC
Los ruidos de la preocupación, angustia y temor, no permiten que percibas la presencia y apacible voz de Dios.

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