Patrick Zaldívar

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viernes, 30 de septiembre de 2011

Un Estimulo a la Oracion


Yo soy Jehová tu Dios, Que te hice subir de la tierra de Egipto; Abre tu boca,  y yo la llenaré.
(Sal 81:10)

Nuestros conceptos humanos nos inducen a pedir pequeñas cosas, porque nuestros merecimientos son pequeños; pero el Señor quiere que pidamos grandes bendiciones. La oración debería ser un asunto tan sencillo como abrir la boca; debería ser una expresión natural, sin limitaciones. Cuando un hombre es ferviente, abre grandemente su boca, y nuestro texto nos exhorta a ser fervientes en nuestras súplicas. 
Sin embargo, también quiere decir que podemos tener valor delante de Dios, y pedir muchas y grandes bendiciones de Sus manos. Lean el versículo completo, y vean el argumento: “Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré.” Debido a que el Señor nos ha dado tanto, nos invita a que pidamos más, sí, a que esperemos más. 
Miren cómo los pajaritos en sus nidos parecieran ser solamente bocas cuando la madre llega para alimentarlos. Actuemos de la misma manera. Recibamos gracia en cada puerta. 
Bebamos la gracia como la esponja chupa el agua en la que se encuentra. Dios está listo para llenarnos cuando estemos listos para ser llenados. Que nuestras necesidades nos induzcan a abrir nuestras bocas; que nuestro desfallecimiento nos conduzca a abrir nuestras bocas y a esperar con avidez; sí, que nuestra alarma nos lleve a abrir nuestras bocas con el grito de un niño. La boca abierta será llenada por el propio Señor. Que así sea para nosotros, oh Señor, en este día. 

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