Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el mundo no conoce a Dios. (1Jn.3:1) PDT
No hay título más grande que puedas tener que el de ser un hijo de Dios.
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