No
impongas
con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro
(1Ti.5:22)
Al darle un lugar de autoridad a alguien que no tiene un corazón correcto, la autoridad que le impone las manos se hace participe en sus pecados e incluso responsable por los daños causados por la conducta indigna de esa persona.
Al darle un lugar de autoridad a alguien que no tiene un corazón correcto, la autoridad que le impone las manos se hace participe en sus pecados e incluso responsable por los daños causados por la conducta indigna de esa persona.
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