Unos hombres le llevaron a un paralítico en una camilla. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo mío! Tus pecados son perdonados. (Mt.9:2)NTV
El mejor antídoto para el desánimo es el arrepentimiento genuino.
El mejor antídoto para el desánimo es el arrepentimiento genuino.
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