Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús. (2Ti.2:1)
La gracia de Dios exalta a una persona sin envanecerla, y humilla a una persona sin rebajarla.
La gracia de Dios exalta a una persona sin envanecerla, y humilla a una persona sin rebajarla.
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