Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Heb.11:1)
No debemos tener miedo de poner un futuro que desconocemos en las manos de un Dios a quien sí conocemos.
No debemos tener miedo de poner un futuro que desconocemos en las manos de un Dios a quien sí conocemos.
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