Patrick Zaldívar

Bienvenidos

viernes, 30 de septiembre de 2011

Un Estimulo a la Oracion


Yo soy Jehová tu Dios, Que te hice subir de la tierra de Egipto; Abre tu boca,  y yo la llenaré.
(Sal 81:10)

Nuestros conceptos humanos nos inducen a pedir pequeñas cosas, porque nuestros merecimientos son pequeños; pero el Señor quiere que pidamos grandes bendiciones. La oración debería ser un asunto tan sencillo como abrir la boca; debería ser una expresión natural, sin limitaciones. Cuando un hombre es ferviente, abre grandemente su boca, y nuestro texto nos exhorta a ser fervientes en nuestras súplicas. 
Sin embargo, también quiere decir que podemos tener valor delante de Dios, y pedir muchas y grandes bendiciones de Sus manos. Lean el versículo completo, y vean el argumento: “Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré.” Debido a que el Señor nos ha dado tanto, nos invita a que pidamos más, sí, a que esperemos más. 
Miren cómo los pajaritos en sus nidos parecieran ser solamente bocas cuando la madre llega para alimentarlos. Actuemos de la misma manera. Recibamos gracia en cada puerta. 
Bebamos la gracia como la esponja chupa el agua en la que se encuentra. Dios está listo para llenarnos cuando estemos listos para ser llenados. Que nuestras necesidades nos induzcan a abrir nuestras bocas; que nuestro desfallecimiento nos conduzca a abrir nuestras bocas y a esperar con avidez; sí, que nuestra alarma nos lleve a abrir nuestras bocas con el grito de un niño. La boca abierta será llenada por el propio Señor. Que así sea para nosotros, oh Señor, en este día. 

jueves, 29 de septiembre de 2011

Rostros del hombre



¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Sal.19:12
¿Ha notado que nosotros podemos crear una variedad de imágenes con un mismo rostro?: Tristeza, preocupación, alegría, enojo, sorpresa.
En lo moral, todo hombre presenta, por lo menos, cuatro rostros diferentes:
El primer rostro es esa imagen noble y virtuosa que tratamos de presentar en sociedad. En público vendemos una imagen de gala: somos atentos, generosos, educados y amistosos. Todo el mundo ve nuestra apariencia, pero pocos saben lo que realmente somos.
Cito el caso de un hombre cascarrabias, caprichoso, quisquilloso y tacaño con su familia que le negaba a su mujer hasta el dinero para comer, acusándola de ser capaz de arruinar a un millonario. Pero si llegaba una visita, el tigre se convertía en un manso cordero, mostrándose cortés, comunicativo y generoso como por arte de magia. Su hija menor le suplicaba que se portara siempre como en visita... pero tan pronto partía la visita, la brusquedad renacía, la cortesía se acaba y el antipático tigre seguía enfurecido con la familia.
El segundo rostro que tenemos entonces es ese de todos los días, el que conoce bien nuestra familia y los que viven con nosotros. Por eso es que, la mejor manera de conocer bien a otra persona, es vivir en su casa. Pronto se sabe de él muchas cosas que no se sabían antes. Fuera de la casa se puede llevar una máscara, pero es más difícil en la casa. El verdadero hombre es el que está escondido detrás del hombre.
Cierta mujer, en una fiesta se sentó junto a una amable pareja de edad. El marido, que lucía muy educado y considerado, platicó largo y tendido sobre su trabajo, sus hobbies y muchos temas más. Unas horas más tarde, la mujer le comentaba a la esposa de éste:
- Su marido es una persona muy interesante.
Ella la miró solemnemente y le susurró:
- Para ir de visita es muy agradable, pero usted no aguantaría vivir con él ocho días
.Dice un sabio: "La talla de las estatuas disminuye alejándose de ellas; ¡la de los hombres disminuye aproximándose!"
¡Qué bueno sería que pudiéramos vernos a nosotros mismos como nos ve la familia!
Lo triste es que, generalmente no nos preocupa que nuestra familia tenga de nosotros una imagen mala. "Yo soy así", - decimos fácilmente -, "no es mi culpa; ese es mi carácter".
El tercer rostro del hombre es su imagen personal: Es como se ve él mismo en el espejo de su propia conciencia. Los demás a lo mejor lo aprueban y lo admiran pero él mismo muchas veces no se aprueba y hasta pude sentir vergüenza de sus acciones.
Cuántas veces al mirarnos detenidamente no encontramos por qué sentirnos orgullosos de nosotros mismos. Al contrario. ¡Podríamos avergonzamos secretamente de una acción, de una palabra o de un pensamiento indigno! Es más fácil ser sabio para los demás que para uno mismo. El apóstol Pablo confiesa su malestar con su propia conducta con estas palabras:
"Porque yo sé que en mí, es decir, en mí naturaleza de hombre pecador, no hay nada bueno, pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer… veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar; es la ley del pecado, que está en mí y que me tiene preso. ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo?"
El cuarto rostro del hombre, es el que descubre en nosotros el Dios Justo y Santo, ante quien "todas las cosas están desnudas". Solamente Dios puede juzgar lo íntimo de cada uno. En realidad, este es el rostro que más importancia tiene ya que, en definitiva, en el juicio final, tendremos que vérnosla, no con la opinión de los hombres, ni con la nuestra, sino con la de Dios.
¿Ha pensado alguna vez en pedir a Dios que le permita verse a usted mismo tal como él lo ve?
Lo que cuenta no es lo que tratamos de aparentar ante los demás sino lo que somos ante Dios. Si usted cree que no tiene una buena imagen delante de Dios, busque humildemente su perdón, pida la regeneración espiritual. Dios, con su Santo Espíritu, le dará una nueva personalidad de la que usted se sentirá orgulloso porque será, nada menos que, ¡una personalidad semejante a la de Cristo Jesús!
"El rostro es una carta que lleva escrito lo que usted tiene por dentro".

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Entrégame tus cargas

(Mat.11:28) Venid a mí todos vosotros que están cansados y agobiados, y yo os daré descanso. 
Dios ha provisto un reposo, y algunos han de entrar en él. 
Vamos, entonces, esforcémonos por entrar a este reposo. Renunciemos al arduo trabajo del pecado y del yo. Abandonemos toda confianza incluso en aquellas obras de las que pudiera decirse: “son buenas en gran manera.” ¿Poseemos algunas de ellas? A pesar de ello, descansemos de nuestras propias obras, lo mismo que hizo Dios de las Suyas.
Nuestro Salvador ha invitado a todos los que trabajan fuerte y están muy cargados que vayan a Él. En algunos sentidos, todos los hombres están así.
Cristo los invita a todos a que vayan a Él en pos de reposo para sus almas. Él solo da esta invitación: los hombres van a Él cuando, sintiendo su culpa y miseria, y creyendo su amor y poder para socorrer, lo buscan con oración ferviente.Todos los que así van recibirán reposo como regalo de Cristo, y obtendrán paz y consuelo en su corazón. Pero al ir a Él deben tomar su yugo y someterse a su autoridad. Deben aprender de Él todas las cosas acerca de su consuelo y obediencia. Él acepta al siervo dispuesto, por imperfectos que sean sus servicios. Aquí podemos hallar reposo para nuestras almas, y sólo aquí.
Ni tenemos que temer su yugo. Sus mandamientos son santos, justos y buenos. Requiere negarse a sí mismo y trae dificultades, pero esto es abundatemente recompensado, ya en este mundo, por la paz y el gozo interior. Es un yugo forrado con amor. Tan poderosos son los socorros que nos da, tan adecuadas las exhortaciones, y tan fuertes las consolaciones que se encuentran en el camino del deber, que podemos decir verdaderamente, que es un yugo grato. El camino del deber es el camino del reposo. Las verdades que enseña Cristo son tales que podemos aventurar por ellas nuestra alma.
Tal es la misericordia del Redentor, y ¿por qué debe el pecador laborioso y cargado buscar reposo en alguna otra parte? Vamos diariamente a Él en busca de la liberación de la ira y de la culpa, del pecado y de Satanás, de todas nuestras preocupaciones, temores y dolores. Pero la obediencia forzada, lejos de ser fácil y liviana, es carga pesada. En vano nos acercamos a Jesús con nuestros labios mientras el corazón esté lejos de Él. Entonces, venid a Jesús para hallar reposo para vuestras almas.

martes, 27 de septiembre de 2011

La Salvacion es de Jehova

(Jon.2:9). A todos nos es familiar el celoso “ganador de almas” que va de un lado a otro, “pescando” a personas, guiándolas por medio de una fórmula de salvación, e insistiéndoles de tal modo que éstas hacen una pequeña oración y profesión de fe, con tal de quitarse al pesado de encima. éste añade otro convertido a su lista y alza la vista buscando más cabezas que contar. ¿Así se evangeliza? Debemos admitir que no. Eso más bien es acoso religioso y proceder ilícito, y como cualquiera otra cosa hecha según las fuerzas de la carne, hace más mal que bien. John Stott tenía razón al escribir: “Cristo tiene las llaves. Es él quien abre las puertas. Entonces, no forcemos bruscamente las puertas que aún están cerradas. Hemos de esperar que él nos las abra. La causa de Cristo es continuamente perjudicada a causa del testimonio brusco o irrespetuoso. Sin duda, tenemos que hacer lo posible para ganar a nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo para Cristo. Pero a veces corremos demasiado y nos adelantamos a Dios. ¡Paciencia! Ora con fervor y ama mucho, y estate en continua expectación para aprovechar toda oportunidad que se te presente para testificar”. “La palabra de salvación tiene sus límites. No hay poder ni derecho para forzársela a otros... Todo intento de imponer el Evangelio por la fuerza, de perseguir a la gente y proselitizarla, de usar nuestros propios recursos para apañar la salvación de otras personas, es tanto inútil como peligroso...Tan sólo obtendremos la rabia ciega de corazones duros y entenebrecidos, y todo será inútil y dañino. Nuestra facilidad traficando la palabra de gracia barata aburre y disgusta al mundo de tal modo que, al final, se vuelve contra aquellos que intentan forzar algo no deseado”. La verdadera conversión es una obra del Espíritu Santo. No es de “voluntad de varón”, en el sentido de que el hombre no la puede producir por su propio esfuerzo, por muy buena intención que tenga. Cuando se le presiona a alguien para que profese a Cristo sin tener el pleno consentimiento de su voluntad, la persona se desilusiona e insensibiliza, convirtiéndose en muchos caso en enemigo de la Cruz de Cristo. Cuando el Espíritu Santo nos usa para la salvación de otra persona, participamos de una de las mayores experiencias de la vida. Pero resulta en algo estrafalario y grotesco cuando intentamos hacerlo en nuestras propias fuerzas.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El Síndrome del Fariseo

¿Puede alguien llegar a la presencia del Dios Todopoderoso y salir de allí siendo el mismo?
Luc. 18.9-14  "A unos que confiaban en sí mismos como justos,  y menospreciaban a los otros,  dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar:  uno era fariseo,  y el otro publicano. El fariseo,  puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera:  Dios,  te doy gracias porque no soy como los otros hombres,  ladrones,  injustos,  adúlteros,  ni aun como este publicano;   ayuno dos veces a la semana,  doy diezmos de todo lo que gano. Más el publicano,  estando lejos,  no quería ni aun alzar los ojos al cielo,  sino que se golpeaba el pecho,  diciendo:  Dios,  sé propicio a mí,  pecador.  Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro;  porque cualquiera que se enaltece,  será humillado;  y el que se humilla será enaltecido." 
¿Cómo diferenciar a una persona que tiene realmente una pasión profunda por Cristo o una religiosidad enfermiza?
Jesús fue muy implacable con los fariseos y los uso de ejemplo para advertirnos de los errores que pueden anidar en el corazón del hombre y apartarnos de una espiritualidad genuina.
Dice en el v.11 que "puesto en pie" señal de auto confianza y su oración "ayuno dos veces `por semana" le interesaba el "desempeño" para el fariseo el amor por Dios se mide por los éxitos personales en cuanto a la religión, y necesita ser reconocido, a veces el mucho éxito nos puede llevar al orgullo que es la madre de la rebeldía esto le paso a satanás   Eze.28:5 "Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas;  y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón." el termino esta relacionado no solamente con los negocios sino también con el éxito dentro de un ministerio.
El fariseo busca conectarse con Dios pero no es capaz de hallarla, la imagen que tiene de Dios esta tan distorsionada que se siente inseguro de su fe, y este estilo de vida provoca altibajos, doble animo, por que su fe esta basada solamente en el rendimiento personal, y entonces tendrá que luchar con la realidad de no poder alcanzar a Dios, pero con el argumento de creer que lo lograra con su "impecable conducta y desempeño ministerial"
El fariseo sabe orar en publico pero en lo privado no tiene intimidad con Dios, se le acaban las palabras porque conoce de Dios pero no conoce a Dios, le es mas fácil pasar tiempo aprendiendo para demostrar su conocimiento que levantarse de madrugada y buscar una relación personal con Dios.
El fariseo siempre esta comparándose con otros "gracias por que  no soy como este publicano" por eso que envidiaron mucho a Jesús.
El fariseo nunca pide, solo quiere tener y no quiere demostrar que tiene necesidades.
El fariseo se preocupa en las formas y no en el fondo, vela por el cumplimiento estricto de las normas, la vestimenta, los modales y todo lo que tenga que ver con la apariencia externa, dejando en segundo lugar el amor, la integridad y la unidad de la iglesia Mat.23:23 ¡Ay de vosotros,  escribas y fariseos,  hipócritas!  porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino,  y dejáis lo más importante de la ley:  la justicia,  la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer,  sin dejar de hacer aquello. 
El fariseo le interesa tener mas seguidores, sin importarles en que condición están, son mas tolerantes con el pecado (fornicación, adulterio, vicios, mentira) mientras siga permaneciendo en sus filas 
Mat 23:24   ¡Guías ciegos,  que coláis el mosquito,  y tragáis el camello! 
Mat 23:15   ¡Ay de vosotros,  escribas y fariseos,  hipócritas!  porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito
El fariseo quiere ser el mismo la causa de lo sobrenatural, la pureza, la santidad. Todo aquello que solo Dios puede hacer, el fariseo pretende alcanzarlo por sus propios medios.
El fariseo es perfeccionista, no se perdona el mas mínimo error, se siente frustrado cuando no alcanza una meta y se auto-examina para ver que hizo mal, sin tomar en cuenta la voluntad de Dios.
El fariseo busca controlar y manipular a las personas a través de su supuesto ejemplo y logra que sus seguidores se hagan esclavos de el, chantajeándolos con la idea de desagradar a Dios o el temor al castigo si no cumplen ciertas disciplinas. 
Todos en algún momento de nuestra vida tenemos un fariseo dentro y tiene que ser confrontado con Jesús.
El éxito de una confrontación con Jesús empieza en el reconocimiento "Se propicio a mi pecador" porque lo que se niega no puede ser sanado, si no sabes cual es tu enfermedad no puedes tomarte la medicina.
Sal 19:12 ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
El estar en la presencia de Dios no garantiza un cambio en nuestra vida, mas la actitud como nos presentamos día a día en esa presencia determinara un cambio para siempre en nuestra forma de vida.

viernes, 23 de septiembre de 2011

El Costo de la Verdad

“¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?” (Gal_4:16). 
La experiencia de Pablo con los cristianos de Galacia nos recuerda que a menudo nuestros amigos se vuelven enemigos cuando les decimos la verdad. El apóstol había llevado a estas personas al Señor y les había nutrido en la fe. Pero más tarde, cuando los falsos maestros se infiltraron en las asambleas cristianas, Pablo tuvo que advertir a los creyentes que estaban abandonando a Cristo por la ley. Eso hizo que se volvieran hostiles hacia su padre en la fe.
Sucedió lo mismo en los días del Antiguo Testamento. Elías fue siempre honesto y franco en sus mensajes al rey Acab. Sin embargo, un día cuando Acab se encontró con él, le dijo: “¿Eres tú el que turbas a Israel?” (1Re_18:17). “¿Turbar a Israel?” ¡Elías fue uno de los mejores amigos que tuvo jamás Israel! Pero se lo agradecieron acusándolo de perturbador. 
Micaías fue otro profeta intrépido. Cuando Josafat preguntó si había algún profeta del Señor a quien pudiera consultar, el rey de Israel dijo: “Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías hijo de Imla; más yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal”. El rey no quería oír la verdad y aborreció a aquél que la pregonaba.
En el Nuevo Testamento encontramos a Juan el Bautista diciéndole a Herodes “La ley te prohíbe tener a la esposa de tu hermano” (Mar_6:18 NVI). Esa era la verdad, pero tal representación valiente de la verdad llevó pronto a Juan a la muerte.
Nuestro Señor despertó el odio de los judíos incrédulos. ¿Qué causó este odio? Se debió a que les decía la verdad: “Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad” (Jua_8:40).
Thomas Jefferson escribió: “Si querías escapar de la malicia, debieras haberte confinado a la línea adormecida del deber cotidiano. En toda cuestión hay dos lados, y si tomas uno de ellos con decisión y lo pones en práctica con efecto, aquellos que tomen el otro lado, por supuesto, serán hostiles en la medida que sientan ese efecto”.
Con mucha frecuencia la verdad duele. En vez de inclinarse ante ella, los hombres suelen maldecir al que la pronuncia. El verdadero siervo del Señor ha calculado el coste. Debe hablar la verdad o morir. Sabe que las heridas del amigo son fieles, pero los besos del enemigo son engañosos (Pro_27:6). 

Predicando el Mensaje de la Cruz

¿Tan necios sois?  ¿Habiendo comenzado por el Espíritu,  ahora vais a acabar por la carne? Ga.3:3
Muy poco sabios son quienes toleran ser desviados del ministerio y la doctrina en que fueron bendecidos para provecho espiritual de ellos. ¡Ay, que los hombres se desvíen de la doctrina de Cristo crucificado, de importancia absoluta, para oír distinciones inútiles, pura prédica moral o locas imaginaciones! El dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los hombres por diversos hombres y medios, para que aprendan a no confiar en el Salvador crucificado. Podemos preguntar directamente, ¿dónde se da más evidentemente el fruto del Espíritu Santo; en los que predican la justificación por las obras de la ley, o en quienes predican la doctrina de la fe? Con toda seguridad, en estos últimos.
A la gente le están enseñando que Dios quiere que ellos siempre tengan éxito y que de esta manera todo el tiempo tengan que estar a la expectativa de “la buena vida”. Sin embargo este tipo de teología ha producido creyentes que no pueden manejar el cambio. En lugar de haber sido enseñados acerca de la permanencia de la naturaleza y el carácter de Dios, ellos han sido enseñados acerca de que las promesas de Dios prometen permanencia de “las cosas”. En otras palabras, lo que ellos han escuchado es que si acaso llegan a tener fe, ellos pueden levantar grandes riquezas y mucha felicidad de tal manera que pueden mantener todas las cosas de esta manera y por el resto de sus vidas.
Ciertamente todos deberíamos tener fe en las promesas de Dios. Pero Dios nunca garantiza que no va a haber tiempos cuando vamos a tener que aferrarnos a sus promesas sin importar las apariencias de las cosas, situaciones y en contra de todas las circunstancias. En las Sagradas Escrituras las gentes que tuvieron un llamamiento de Dios para cumplir Sus promesas y ganar Sus bendiciones, muy frecuentemente tuvieron que perder cosas antes de que pudieran recibir algo mejor.  Myles Munroe (Principios y Beneficios del Cambio)  
Es un error mortal asumir que la meta de Dios para su vida es la prosperidad material
o el éxito popular de acuerdo a como el mundo lo define. La vida abundante no tiene nada
que ver con la abundancia material, y ser fiel a Dios no garantiza el éxito en una profesión o
incluso en el ministerio. Nunca se enfoque en las coronas temporales. Rick Warren (Una Vida con Proposito)